Adviento: celebra la espera

Al finalizar noviembre, o a veces al comenzar diciembre, llega a nosotros el tiempo de Adviento, como tiempo de preparación para la Navidad. La palabra «Adviento» viene del latín «Adventus», que significa «Venida». Más concretamente, según lo conocemos nosotros, este término hace alusión a lo que en latín se llama «Adventus Redemptoris», es decir, «la venida del Redentor», que son las cuatro semanas (cuatro domingos) previos al 25 de Diciembre. Por tanto, el Adviento es el tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesús, la Navidad.

Y es que, más allá de las luces led, los trapos rojos, la escarcha en el pelo y el júbilo de los centros comerciales, tenemos cuatro semanas maravillosas para preparar nuestro interior a la venida de Jesús en Belén. ¿Qué digo, en Belén? Tenemos cuatro semanas para preparar nuestra alma y acoger en ella al Hijo de Dios, que quiere nacer en nosotros.

La tradición nos recomienda preparar la Navidad en torno a la corona de Adviento: un círculo hecho de ramas perennes y frutos de invierno, adornado con lazos, en el que colocaremos 4 velas, que iremos encendiendo semana tras semana, una cada Domingo de Adviento.

Foto de lil artsy

La corona es circular, ya que el círculo es imagen de la eternidad, del infinito. Y las ramas y frutos que contiene simbolizan lo que tenemos en este tiempo, lo que sí tiene fecha de caducidad, que colocamos al servicio del Dios infinito, que se hará pobre y limitado al venir a María, por amor a nosotros. Y el lazo, que suele ser de color rojo, simboliza los lazos de amor que nos unen, entre nosotros y a Cristo.

En cuanto a las velas, en las iglesias tradicionalmente se colocan tres velas moradas (el morado es el color litúrgico de la preparación, o penitencia) y una vela rosa (símbolo del Domingo de la Alegría, o Gaudete, que celebraremos el tercer Domingo del Adviento). En los hogares, la elección de las cuatro velas suele ser más libre.

Las velas de la corona se irán encendiendo, una a una, cada uno de los domingos del Adviento; este dar poco a poco la luz es un gesto precioso, lleno de significado, en el que la oscuridad se irá llenando de más luz, según se aproxime la fecha de la Navidad. Así también en nuestra vida, el Adviento, bien vivido, nos ayudará a llenar nuestra vida de ilusión, alegría, esperanza, paz, amor… y así llegar bien preparados al Nacimiento del Salvador.

Entonces, si este tiempo de preparación es tan importante, podríamos decir que el Adviento es el tiempo de saborear, poco a poco, una «Navidad por anticipado»; en estas cuatro semanas, podemos hacer propósitos de mejorar: amar más, hablar menos, discutir poco, servir mejor a los demás, quejarnos poco… semana a semana. Y así ir degustando la venida de Cristo, que se va haciendo presente, poco a poco, cada vez más, entre nosotros y en nuestra alma.

Y, sin que casi nos hayamos dado cuenta, nos encontraremos con las cuatro velas encendidas; pero aún hay más: en nuestra corona de Adviento, Jesús se hará presente en la «quinta vela»: la noche de Nochebuena, antes de cenar, nos reuniremos cerca de la corona, al lado de nuestro belén, y colocaremos una vela más, en el centro de la corona. Será entonces el momento de colocar al Niño Jesús en el pesebre, bendecir nuestra mesa y celebrar todos juntos con gran alegría el Nacimiento del Salvador.