Estos días ha vuelto a caer en mis manos este artículo de Aleteia sobre la corona de Adviento. Y, retomando el tema, me ha parecido interesante ofrecer algunos puntos para vivir mejor este tiempo de gracia. Aquí van mis 7 tips para ayudaros a vivir el Adviento:
El tiempo de Adviento no es un compás de espera, sino un tiempo de gracia… no podemos reducirlo al mero deseo de la Navidad. Es importante que prepares bien este Adviento, tanto en lo exterior como en lo espiritual, con gestos y pequeños detalles que te ayuden a vivir bien el sentido de este tiempo litúrgico: la corona, el calendario de Adviento, la planificación del Belén, la preparación de las oraciones, el calendario de propósitos…
En los días previos al Adviento, es preciso hacer una pequeña reunión de familia, y ver qué puede aportar cada uno a esta preparación.
Cada vez vivimos más deprisa… pero disfrutar de cada día es lo más importante. No tener el pensamiento en lo que viene… sino en lo que está, en lo que tenemos ahora… en el momento presente. Cada día, dejémonos sorprender por la Palabra de Dios, que es un regalo concreto y que nos descubre siempre algo nuevo.
Saborea día a día, con paciencia, como hacen los niños con el chocolate del Calendario de Adviento. Acoge las noticias con esperanza y aceptación. Repite a menudo «ya estás en camino», «paso a paso»… Es muy bonito preparar alguna sorpresa a la familia cada uno de los domingos de Adviento.
No puede faltar en cada hogar una corona de Adviento, en la que cada domingo iremos encendiendo una vela, mientras rezamos en familia.
La corona no es un elemento decorativo más… sino el centro de atención durante las semanas del Adviento. Por eso, debe estar colocada en un lugar importante, y preferiblemente en el salón, donde toda la familia se pueda reunir alrededor de ella.
Cada día tendremos un ratito de oración, prendiendo las velas correspondientes. Además de orar en torno a la corona, podemos ir depositando en ella pequeños papelitos con peticiones, oración por alguien, deseos de mejorar algo en nosotros, preocupaciones que nos inquietan… y pedir en la oración por todas estas intenciones.
Dentro de la preparación propia del tiempo de Adviento se encuentra la tradición del nacimiento, o belén. Es una de las tradiciones más bonitas, y a la vez más familiares que tenemos.
Qué bonito, en estos primeros días del Adviento, planificar nuestro belén, e ir montándolo poco a poco, colocando las figuras y guardando las más importantes para el final. Y, al colocar a María y José, colocar también el pesebre o cuna (si está separado del Niño), y aprovechar la última semana del Adviento, a partir del Domingo de la Alegría, para hacer nuestra oración familiar en torno a esa cunita o espacio vacío entre María y José, deseando en nuestro corazón la llegada del Salvador.
Es bueno hacerse propósitos en este tiempo de Adviento, pero identifiquemos bien el norte… No se trata, como creen muchos, de que «nos invada el espíritu de la Navidad»… así, rebajando la divinidad a un mero altruismo, o falsa caridad, haciendo las cosas bien para sentirnos mejor, pero sin cambiar nada. No, no es eso.
Pongámonos propósitos de ser mejores personas, de cuidar más nuestra oración y vida de Sacramentos. Pongámonos incluso propósitos de caridad hacia los que nos necesitan… pero enfocados en hacer más hueco en nuestro corazón al Hijo de Dios, que llega a salvarnos. Enfoquemos nuestros propósitos en Jesús; en ser más como José y María, en ser «menos yo» y «más Ellos»… En su espejo, sí. Ser más santos, más humildes, más atentos con los demás, por y para Jesús.
Nos urge, en este tiempo de Adviento, preparar la Venida del Salvador con más oración personal y familiar. Pero no podemos encerrarnos en nosotros… los demás nos necesitan. Preparemos acciones concretas de caridad hacia los demás, pero desde la humildad, sin hacer caso al vanidoso que llevamos dentro…
Planteemos algún acto de caridad en familia; podemos visitar algún convento, y preguntar a las hermanas si necesitan algo; hay comunidades muy necesitadas, que viven en absoluta pobreza, careciendo de lo más básico: jabón, zapatos,… Podemos también acercarnos a ayudar a alguien que viva en la calle. Podemos llevar un turrón a ese vecino que no tiene a nadie, y pasar un rato con él… A todos nos pone Dios la oportunidad de ejercer la caridad, día a día.
Y este último TIP va destinado a la ilusión, a la añoranza, a la espera activa, a la NECESIDAD de Dios que tenemos en nosotros… Vivamos este Adviento con grandes deseos de que Jesús nazca en nosotros, para revolverlo todo, para hacernos más santos, para que se lleve de nosotros la pereza, la apatía, la amargura y la queja… para que ponga en nosotros Alegría, Esperanza, Paz y Amor. Que no nos perdamos, en este tiempo de bendición, añorando las Navidades pasadas, pensando en los que no están, en lo que no tendremos, en lo que no vuelve… Vivamos en el deseo ardiente de conocer el Corazón de Jesús, amarle más, ser más santos. Porque sólo los que tienen grandes deseos alcanzan grandes metas.